jueves, 9 de septiembre de 2010

Russian Roulette

¿Qué es el conocidísimo “juego” de la Ruleta Rusa? Según un diccionario: es un juego letal y clandestino. Se juega, generalmente, entre dos personas. Su objetivo es sobrevivir y quedarse con el dinero o el valor a jugar. Se inicia en una mesa. Uno de los jugadores tomará un revólver y abrirá el tambor, en él pondrá una o más balas, después lo girará al azar, cerrándolo rápidamente de modo que ninguno de los jugadores pueda ver en qué agujero se encuentran las balas. Por turnos los jugadores colocan la boca del cañón sobre su sien y aprietan el gatillo sin mover el arma. Si ninguna bala es disparada, el jugador continúa en el juego y el revólver pasa a su compañero  hasta que uno de ellos encuentra la bala y muere. Pero, ¿es sólo eso?
Si me dieran a comparar la vida, o por lo menos la mía, con algo, elegiría sin duda este juego. Cada día es una etapa nueva. Cada día tienes que enfrentarte a ese revólver una y otra vez, para lograr sobrevivir, pero un día la bala logra estar en el agujero que te toca jugar. Pero para sobrevivir hay que hacer mucho más. Hay que pensar, hay que escoger siempre la mejor decisión, hay que tomar decisiones (aunque duelan). Si crees que haciendo “x” va a ser lo mejor, hazlo. Si no, ni lo pienses. No por uno mismo, sino por los demás. Con los demás no me refiero a la población corriente en general, si no a lo allegados, a aquellas personas a las que les importa tus decisiones, y les parezcan buenas o malas te van a apoyar siempre.
Un sabio filósofo, dijo una vez que el fin último que buscamos es la felicidad mediante fines intermedios. Por ejemplo: una niña de 3 años es feliz si se compra la muñeca que tanto anhela. Aristóteles llamó a esa teoría eudaimonía. Pero conforme vamos creciendo nuestras expectativas respecto a qué nos hace realmente felices cambia. La misma niña con 17 años ya no quiere la muñeca, quiere ese vestido con el que deslumbrar en la próxima fiesta. Eso, algunas. Con 17 años, también se puede querer algo inmaterial. Algo que por más que desees no lo podrás comprar.
Yo, con 17 años, lo que me haría realmente feliz, sería una familia. Una familia se describiría como un conjunto de personas comprendida por los padres e hijos que comparten una convivencia. La mía era así. Pero no es sólo eso. Debe haber complicidad, sociabilidad, sus componentes deben ser ante todo amigos, y sobre cualquier cosa, debe haber comunicación. Yo sueño con algo así, pero no puede ser. En este caso, se han tomado decisiones, dolorosas, pero las más adecuadas a la situación. Si es lo correcto o no, no lo sé, pero está aceptado y superado. Lo que no tolero es que cuatro meses después, se remuevan las aguas, eso no.

Si sólo bastase con apretar el gatillo

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